Historia

Historia de Casalonga

A continuación, vamos a poner un escrito de una vecina de Casalonga, Rafaela Juidia, que describe con gran preciosidad y delicadeza, el nacimiento de Casalonga:

"Había una vez un álamo negro o chopo, que creció feliz durante muchos, muchos años, hasta llegar a ser centenario, con una altura de 30 metros, su inmenso tronco aguantaba sus tupidas y frondosas ramas horizontales, en verano la sombra podía medir 100 metros de diámetro en pleno día de sol.

Junto a una casa de labranza en tierras de Castilla la Mancha y durante toda su larga vida, se ocupo de dar sombra y cobijo a toda clase de pájaros y animales de aquel entorno.
A su sombra se sentarían también las distintas personas que a lo largo de sus 100 años irían pasando por aquella casa. Cuantas cosas podía haber contado si hubiese podido hablar, tanto de sus años jóvenes que serían felices, como de los últimos de su vida que no debieron serlo tanto.

La casa era grande, con una gran extensión de terreno en los que abundaban las carrascas y monte bajo, por eso también era coto de caza. Los conejos, liebres, perdices y demás animales de la zona convivían junto con labradores en aquel tranquilo lugar.
Como el sitio tenia su atractivo junto a un rió en cuyo margen se apreciaba una inmensa chopera que delineaba su curso hasta llegar a un lago artificial y unas lagunas creadas por la extracción de arena, convirtiéndose todo ello en un precioso humedal que tiene su encanto para algunas aves acuáticas y pescadores de carpas.

Alguno de sus dueños tuvo la idea de desmontar todo, hacer una urbanización y venderlo por parcelas, de 3.000 metros.
Junto a la casa hicieron un gran restaurante donde se preparaban grandes barbacoas, una gran pista de baile con orquesta para las noches de los sábados y días de fiesta.
Con aquel gran árbol en la puerta y toda la gente que iba llegando, no quedaba duda de que la opción fuese acertada.
Rodeado de grandes jardines repleto de rosales y árboles frutales, manzanos y cerezos, el Árbol se hizo famoso para todos los vecinos que llegaron, también para los pueblos colindantes.

Tenía un encanto especial a cualquier hora del día y de la noche, siempre se estaba bien debajo del Árbol Grande.
Debajo de aquel Árbol se celebraron grandes acontecimientos, bodas de hasta 300 invitados, bautizos, la fiesta grande a la Virgen de la Cabeza el 15 de Agosto, comidas y cenas de amigos los fines de semana de todo el año, y sobretodo en verano era el punto de encuentro de todos. ¡Nos vemos en el Árbol! decían los vecinos.

Durante mas de 20 años, los jóvenes y no tan jóvenes, disfrutaban de partidas de cartas o sus tertulias, los más pequeños correteando entre ello con su algarabía sin percatarse que el Árbol Grande se moría, nadie se daba cuenta de que el árbol agonizaba sin poder quejarse, sin poder decir que no aguantaba más aquel trasiego de gente justo encima de sus raíces.

Nunca se supo cual fue la causa exacta. Se cree que fue la grafiosis una grave enfermedad que ataca a los olmos. De nada sirvió que pasaran expertos en el tema, que le pusieran tratamiento con fungicidas, en muy pocos meses se quedo seco y sin vida.
Quizás tenia que suceder así, es difícil que un chopo viva 100 años y este lo consiguió.
Del Árbol Grande solo queda su tronco seco y sus ramas fantasmagóricas, camufladas por una hiedra que intenta aferrarse a el, para así poner algo de vida a aquel que tuvo tanta hasta que lo descubrieron los urbanos para ser testigos de su final."

Después de este escrito tan bonito, os daremos otros detalles de Casalonga:
La Urbanización Casalonga se encuentra situada en el término municipal de Villar de Cañas. Se accede a través de la salida 124 de la autovía A-III.
A la entrada se encuentra el escudo de Casalonga, coronado por la flor del cardo, a los lados racimos de uva y dentro un palomar, el lago, la ermita, y un olmo enorme , cuya historia ya os contamos y data del origen de Casalonga.
Se encuentra en una ladera y por su parte más baja discurre el rio Záncara (afluente del Guadiana). Cuenta con varios lagos en los que en verano se puede disfrutar del baño.
En esta foto aérea se puede contemplar a la izquierda la urbanización Casalonga, en el centro la carretera que viene desde la A-III hasta Villar de Cañas, el río Záncara y tres lagos. A la derecha dos campos solares. En la parte superior la aldea El Congosto.
La urbanización se construyó por el año 1973 y era la mayor de España en superficie. Tiene una longitud de 3 Km. y una anchura de 1,5 Km.
Aquí tenemos una imagen aérea de los lagos de Casalonga en los márgenes del río Zancara, justo en las puertas de nuestra urbanización.

Los lagos de Casalonga, nuestros lagos, son la enseña de Casalonga.


¿Quieres saber más sobre la historia de Casalonga?

Rafaela Juidia nos sigue relatando con sus escritos:

"FIN DE SEMANA EN EL CAMPO

Podía ser un viernes cualquiera, pero ese día cuando amanecía se notaba algo especial en la casa. Padres al trabajo, niños al colegio, todos ellos alegres, porque al terminar la jornada empezaba el fin de semana. Fin de semana de campo, dejando durante dos días el estrés de la gran ciudad.

Los niños contaban los kilómetros que faltaban para llegar al 124.
Justo ahí, es donde dejaban la carretera de Valencia para entrar en un camino dificultoso y lleno de baches. Pero nada importaba, solo faltaban 3 kilómetros para llegar a ese lugar que a todos les parecía un oasis.
 
Los vaivenes del coche sorteando baches, no era impedimento para empezar a disfrutar viendo la hilera de álamos, que empezaba a la derecha del río Záncara y llegaba justo hasta el Lago.
A la izquierda del río, pasando un pequeño puente queda el Congosto. Una pequeña Villa o aldea antiquísima, donde en los años 70 todavía vivían 5 o 6 familias.

Justo enfrente del Congosto, a la derecha del camino, y rodeado de girasoles, tenemos las ruinas del pequeño cementerio de esta pequeña Villa. Encima del viejo cementerio, hay un palomar, utilizado como pajar en los años de los que hablamos.

Llegamos a la entrada de la Urbanización donde hay un restaurante - por aquel tiempo abierto al público- y, justo al lado, sigue estando la antigua casa de labranza. Donde estaba el unico telefono para comunicarnos con nuestros familiares en caso de emergencia.

En la puerta del bar, estaba aquel árbol centenario que tanto llamaba la atención, y al que todos los del lugar llamaban el Olmo.
Cruzando el camino hacia el río, estaba la zona de baño. Osea, el primer Lago que vemos. Seguido de este, había dos graveras, que años después, al ser abandonada su actividad se convirtieron en los lagos que conocemos hoy. Los tres convertidos con el paso del tiempo en un precioso humedal (en los que está prohibido bañarse). El baño en él, es muy peligroso por los sedimentos que se han ido acumulando en su fondo. Ello ha dado paso a la vegetación de juncos y tarays, que conocemos hoy en día, donde anidan una gran cantidad de patos y carpas. Para verlos, hay que buscar las primeras horas del día, o la caída del sol en la tarde, y unos buenos prismáticos.

Cuando era permitido el baño, llegaba los fines de semana familias de los pueblos cercanos a pasar el dia. En los primeros años murieron por ahogamiento algunas personas.

La Urbanización en aquellos años, casi no tenía árboles, solo había alguna encina, que son las que vemos repartidas y conservadas por algunos en su parcela. Todo era un secarral que había dejado el desmonte, para formar los caminos y parcelas. En los veranos el polvo se masticaba y en invierno los caminos se ponían intransitables.
Pero eso si. Como existían muy pocas vallas, podíamos encontrar nidos de perdices junto a nuestras casas.

Tanto las puertas de las parcelas como las de las viviendas estaban siempre abiertas. Y los niños corrían felices entre los campos sembrados de cereal o girasoles según la época del año. Lo mismo hacían una tienda de campaña debajo de alguna de las encinas, o echaban carreras con la bici, con el único peligro de venir con las rodillas desolladas.

Todo se disfrutaba con la intensidad que dan los años jóvenes. Pero a la vez, con la desventaja e incomodidades que tenía por entonces la vida en el campo. No es que fuese mejor ni peor, solo teníamos juventud y ganas de naturaleza. "

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